agosto 11, 2010

Ab aeterno

Lee con atención y ayúdame a encontrarme, estoy perdida. No hay migajas de pan en el camino, se acabaron las letras rojas que destellan con las luces de los carros. Las hojas verdes se miran amarillas, daltonismo que ciega las heridas, las disimula. No hay cielo sino tierra en vez, el agua putrefacta sale por todos los poros del cuerpo, se manifiesta en tumores y el mundo tira de un diente de leche.

No hay gatos para cazar al ratón enfermo. Pero sí hay perros, esos que de tan flacos sonríen en lugar de ladrar. Hay, en este lado del mundo del cual me encuentro, una perra que cada día finge morir para obtener un pedazo de piedra, para sudar y reir de nuevo, para hacer como que no duele la sangre. Mi espíritu amorfo se deja llevar por sonidos que salen del mar y que heden.

- ¡Creo que soy aire, por eso no me encuentras!- te grito desde la esquina de un árbol.

- Pero no eres aire- dices con tu voz queda y casi sorda- eres hueso y carne.

- ¿Acaso me ves o sólo me sientes?- te reclamo a manera de solicitud, mientras el tirante del sostén desciende con impaciencia.

- Eres hueso y carne, polvo y agua, eres masa amorfa y sin atributos, eres eso y todo lo demás menos aire- repites, como quien quiere asegurarse de que ha dicho algo que él mismo no ha escuchado.

Y decido que si me das a escoger entre ser aire y ser nada, elijo ser mujer y ser polvo y agua juntas. No sé si lo escuches, te he soñado y cada vez que sucede te pido consuelo para mi alma ausente y tú me dices conforme y con seguridad, que sólo sabes que al fondo y a la derecha no estoy.

1 comentario:

  1. *

    - Voy y vengo.
    - ¿A dónde vas?
    - Al infierno – dice ella.
    - ¿Y volverás?
    - Sí. Regreso a ti.
    En realidad, nunca se movió de su sitio y fue… y vino.
    *

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